viernes, agosto 25, 2006

EL SALTO DE BARTIMEO


Y al salir él de Jericó con sus discípulos y una gran multitud, el hijo de Timeo, Bartimeo, ciego, estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. Y al oír que era Jesús Nazareno, comenzó a gritar y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! Y muchos le reprendían para que se callase. pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Se detuvo Jesús y dijo: Llamadle. Llaman al ciego diciéndole: ¡Animo!, levántate, te llama. Él, arrojando su manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le preguntó: ¿Qué quieres que te haga? El ciego respondió: Rabboni, que vea. Entonces Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista, y le seguía por el camino. (Mc 10, 46-52).


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Saltando a ciegas, Bartimeo se salta su ceguera y anticipa su visión.

Si tu salto es hacia delante, no es demasiado a ciegas. Y si es hacia Jesús, tu salto es, sencillamente, ver.


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Saltar hacia Jesús es saltarse al hombre viejo y anticiparse al nuevo: supero al que soy y vuelo hacia el que aún no soy.

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Porque si el salto no es hacia “algo” sino hacia “alguien”, entonces su resultado no es un caer sino un llegar. A menos que el otro insista en petrificarse, en hurtarse a la convivencia, en cuyo caso me estrello. Porque llegar es cosa de dos.

¡Pero a Jesús se llega siempre! Incluso el que viene desde de la inseguridad, el riesgo, la ceguera, el vacío, la nada; en una palabra: quien viene saltando. Como Bartimeo.

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Y arrojando el manto…---Ojo con tu manto, no sea que te hagas a él en vez de hacerse él a ti. De tanto protegerte contra tu miseria acabarás protegiendo a tu miseria contra ti.

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Estoy más en mis deseos que en mis recuerdos, en mi esperanza que en mi experiencia, en mi fe que en mis resultados; vivo más donde amo que donde habito.

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Hay más Cristo delante que detrás. Hay más Cristo en el futuro que en el pasado. Él quiere ser esperado más que recordado. Es el que viene, más que el que se fue.

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